martes, 4 de agosto de 2015

AMÉRICA LATINA Y LA ENERGÍA NUCLEAR


El aparente aislamiento histórico de América Latina con respecto al resto del mundo ha llegado a su fin. En cuanto países como Argentina y Brasil ya generan energía nuclear para uso doméstico desde hace varias décadas, solo ahora se ven los primeros signos de que la región hará ineludiblemente parte de la prolongada carrera armamentista nuclear que azota al mundo desde el siglo pasado.

En lo que respecta la producción nuclear para fines pacíficos, los planes de expansión de América Latina en el área nuclear son ambiciosos. Brasil y Argentina pretenden triplicar sus fuentes de energía nuclear para la generación de electricidad en cuanto que países como Méjico, Chile, Uruguay y Venezuela se han igualmente embarcado en importantes proyectos de construcción de reactores nucleares en su territorio. El interés principal de la mayoría de estos países es encontrar alternativas a la enorme dependencia de la cada vez más errática energía hidroeléctrica.

En febrero de 2012 el Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon, en el estilo habitual pseudoeclesiástico de la ONU, aclamó los resultados del Tratado de Tlatelolco de 1967 (ver recuadro al final del capítulo) durante la celebración de los cuarenta años de existencia del acuerdo.  Ban Ki-Moon claramente olvidó mencionar investigaciones de su propia organización en relación con la obtención de energía nuclear para fines bélicos por parte de varios países de la región. En todo caso poco podrá hacer la inofensiva ONU ante la posibilidad de que la región entera termine por verse obligada a hacerse al arma suprema tarde o temprano.



“Algún día, alguien va a tener que comenzar a hablar de lo que nos pasará a todos nosotros dentro de una década si dejamos a los norcoreanos y a los iraníes llevar adelante sus programas de armamento nuclear”

Lawrence Eagleburger


EL EJE NUCLEAR TEHERÁN - CARACAS

Desde el año 2005 Chávez hizo pública su intención de desarrollar energía nuclear en Venezuela. Rusia y Venezuela firmaron un acuerdo de cooperación en materia de fusión termonuclear controlada, seguridad de instalaciones nucleares y desarrollo, construcción y puesta en servicio de los reactores experimentales y centrales atómicas. La compañía rusa a cargo del proyecto es la compañía Atomstroyexport la cual también construyó la planta nuclear de Bushehr en Irán. Durante la ceremonia de firma de dicho acuerdo tanto Chávez como el presidente ruso Vladimir Putin pusieron énfasis en el hecho de que la cooperación entre los dos países no buscaba producir una bomba atómica, sino por el contrario, abastecer las necesidades energéticas de Venezuela “porque el petróleo no durará para siempre”. Putin añadió, “no vamos a hacer una bomba atómica, entonces no nos molesten como lo hacen con Irán”.  

Si lugar a duda el más peligroso de los vínculos entre Chávez y Ahmadinejad fue el vínculo nuclear. Después de firmar acuerdos de cooperación en el área de la energía nuclear los dos Jefes de Estado llegaron inclusive a bromear acerca de sus intenciones de producir “una gran bomba atómica”, satirizando la oposición de los EEUU al desarrollo de energía nuclear por parte de Irán. Chávez acusó públicamente a los EEUU de utilizar argumentos falsos en relación con el programa nuclear iraní… “así como utilizaron la excusa de las armas de destrucción masiva para hacer lo que hicieron en Irak”. Chávez añadió que cuando los dos líderes se reunían “los diablos se enloquecían”, burlándose de las advertencias hechas por los EEUU a las naciones latinoamericanas que cooperaban con Irán.

En abril de 2008 Venezuela e Irán firmaron un acuerdo en el cual los dos países se comprometían a cooperar de manera estrecha en materia militar y de defensa. En ese mismo acuerdo se concretó la cooperación en el campo de la tecnología nuclear y de energías alternativas de tipo pacífico. Poco después el Gobierno venezolano envió de manera oficial un documento a la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) -titulado “Introducción de un Programa de Energía Nuclear”.

Entre los acuerdos alcanzados por Venezuela e Irán la publicación alemana Die Welt sacó a relucir el acuerdo para la construcción de una base militar conjunta que incluiría capacidades para el lanzamiento de misiles balísticos de mediano alcance. Esta base habilitaría a Venezuela para realizar lanzamientos ofensivos con ojivas nucleares en casi toda Latinoamérica y según los expertos, estos también podrían alcanzar el territorio de los EEUU. 

La agencia de noticias Reuters informó que Venezuela estaba construyendo drones no tripulados o “aviones espía” con la cooperación técnica de los iraníes. Hugo Chávez dijo que los drones estaban destinados exclusivamente a la defensa del territorio nacional venezolano y que era con ese mismo fin que su país recibía ayuda militar “de sus aliados Rusia y China”.



COOPERACIÓN BRASIL - IRÁN EN EL ÁREA NUCLEAR

Brasil posee un programa de energía nuclear avanzado que data de los años cincuenta el cual se ha beneficiado en diferentes etapas de su evolución del apoyo de Francia, Alemania y los EEUU. La construcción de los reactores nucleares que Brasil utiliza hoy para generar energía doméstica fue motivada por la rivalidad que sostuvo este país con Argentina durante los mandatos militares de las décadas de los setenta y los ochenta.

El programa de energía nuclear del Brasil provee alrededor de 3% de su electricidad doméstica y el Gobierno brasileño tiene intenciones de expandirlo debido a su alto grado de dependencia del poder hidroeléctrico el cual representa alrededor de tres cuartas partes del total de energía generada en el país. Según el Gobierno, el poder hidroeléctrico representa un grave riesgo energético por su alto grado de vulnerabilidad debido a los cambios climáticos.

Se sabe que en las décadas de los setenta y los ochenta el Gobierno militar brasilero realizó planes secretos para desarrollar la bomba atómica. Brasil más tarde renunció a ese proyecto gracias a un acuerdo firmado con Argentina con la intermediación del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en el cual los dos países convenían que sus respectivos programas nucleares debían ser orientados exclusivamente hacia fines pacíficos.

Con la llegada del presidente Lula al poder las cosas empezaron a cambiar. A pesar de que Brasil no tenía problemas con ninguno de sus vecinos, en la Estrategia Nacional de Defensa hecha pública por Lula a finales de 2008 se hacía referencia al control de áreas marítimas, a la proyección de poder y al financiamiento y desarrollo de un submarino nuclear.  El argumento de la necesidad de mejorar su capacidad defensiva mediante la costosísima adquisición del sumergible generó recelo tanto a nivel nacional como a nivel internacional, sobre todo debido al hecho de que Brasil se ha caracterizado por ser un país de tradiciones pacíficas desde la época de su independencia.[1] Brasil ocupa el quinto lugar en el mundo en lo que respecta a yacimientos de uranio y posee un grado significativo de autonomía con respecto al asunto nuclear que incluye la posibilidad del enriquecimiento del elemento químico.



Argentina es en la actualidad un productor y proveedor de energía nuclear de tipo pacífico a nivel mundial. El país ha exportado su tecnología en materia nuclear a países vecinos como el Perú y a otros países como Argelia, Egipto y Australia. El programa argentino de transferencia tecnológica en el área nuclear incluye un robusto componente de formación de recursos humanos considerado por muchos como uno de sus mayores atributos.

Antes de los atentados de la década de los noventa Argentina e Irán cooperaban activamente en el área nuclear. En ese tiempo se discutía la formación de científicos iraníes en el Instituto Nuclear argentino y la construcción de una planta de fabricación de combustible para Irán. Esta cooperación fue abruptamente interrumpida después de los atentados de 1994 en Buenos Aires. 

En el año 2002 Teherán intentó reabrir el dossier nuclear con Argentina pero la propuesta no tuvo buena acogida en Buenos Aires. Unos años más tarde, en 2007, Hugo Chávez habría interferido por primera vez ante Cristina Kirchner para que ésta aceptara el que Irán pudiese beneficiarse del programa de transferencia tecnológica argentino. Más adelante, en 2009, Ahmadinejad anunció públicamente la voluntad de Irán de adquirir combustible nuclear “de cualquier proveedor, incluyendo a Argentina”.

La reanudación del diálogo entre Argentina e Irán no tuvo buena acogida por parte de los EEUU y menos aún por parte de Israel. Estos no solamente temían que la presidenta Kirchner, en función de otros intereses de Estado, decidiera pasar la página de forma sumaria en relación con el asunto irresoluto de los atentados del 94. Los EEUU e Israel desconfiaban también de las inquietantes implicaciones estratégicas que podían surgir de este furtivo y sospechoso reencuentro. De otro lado estaban además la reafirmación de las relaciones de la República Argentina con los demás aliados de Irán en la región, a saber, Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua y la resurrección de la cooperación de los dos países en el área nuclear, las cuales generaron también mucha preocupación.

El Comité de Relaciones exteriores de la cámara baja de los EEUU pidió al presidente Obama que se hiciera una investigación exhaustiva sobre el estatus de una posible cooperación nuclear entre Argentina e Irán en la cual Venezuela jugaría el papel de interlocutor. En su pedido el comité hizo referencia a reportes del año 2007 en los que se afirmaba que el presidente de Irán había solicitado la intercesión del presidente venezolano Hugo Chávez para permitir que Irán tuviera acceso a la tecnología nuclear argentina.




Dejando atrás antagonismos del pasado, Argentina y Brasil convinieron crear una entidad binacional cuya misión principal es la de establecer de manera conjunta un programa militar que incluye un importante componente nuclear. El Programa Nuclear Conjunto de Brasil y Argentina es un acuerdo energético lanzado por Cristina Kirchner y Luis Ignacio Lula da Silva para la construcción de una planta de producción de uranio enriquecido y para el desarrollo de un submarino nuclear. En este proyecto Argentina aporta su experiencia técnica para la fabricación de un reactor nuclear que servirá para la propulsión de la nave submarina. Brasil, de su lado, está encargado de la fabricación de los componentes no nucleares del sumergible utilizando tecnología proporcionada por el Gobierno de Francia y de la provisión de combustible atómico para su funcionamiento. Según el Gobierno brasilero el programa está orientado a objetivos civiles que comprenden el plan de utilizar los avances tecnológicos ligados al programa para el suministro de energía de las grandes ciudades mediante la construcción de poderosas centrales eléctricas.

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