martes, 23 de junio de 2015

EL PLAN MAESTRO - INTRODUCCIÓN

La cacofonía que provoca la suma de gritos y opiniones discordes de expresidentes, partidos, congresistas, empresarios, periodistas y la sociedad civil en relación con el Proceso de Paz con las FARC, es ensordecedora, turbadora y patética. Las razones de este patetismo no se limitan a la plétora de argumentos –algunos más válidos que otros- que apoyan o desvirtúan los esfuerzos del Gobierno de turno para alcanzar la paz. Éstas residen por fuera de los confines de nuestro país y de nuestro subcontinente y se alimentan del provincialismo con el cual Gobiernos sucesivos se han ocupado de nuestros asuntos internacionales. 

La ignorancia de los verdaderos alcances de la globalización política se perfila como el mal más perjudicial que acecha a América Latina en el Siglo XXI. La óptica esencialmente localista de nuestro razonamiento político permite el avance lento, sigiloso y certero de un futuro -no muy lejano- en el que el país se verá expuesto a niveles de inestabilidad y violencia sin precedente. Creemos haber visto todas las expresiones más extremas de la violencia -sea a raíz de la lucha política o del azote del terrorismo y el narcotráfico–.  Al parecer e infelizmente, nos espera aún más. Mucho más.  

En palabras de Xunzi, gran filósofo de la antigua China y revolucionario del racionalismo de Confucio: “Para lograr entender adecuadamente el gran panorama, todos deberían temer el nublarse y obsesionarse con tan solo una pequeña parte de la verdad”. La obsesión de cada quien por ser dueño de la razón está empañando el cristal que encubre un fenómeno de dimensiones muchísimo mayores y pocos logran conectar los puntos que revelan el engendro monstruoso que se nos aproxima.

Mientras nos arrancamos los cabellos los unos a los otros aquí en casa y desperdiciamos de manera fatídica lo poco que nos queda del invaluable tesoro de poder opinar con libertad, países exóticos y lejanos con propósitos globalizantes y nefastos dan grandes pasos con sigilo y silencio y se alojan en las entrañas mismas de nuestra América Latina. Ese posicionamiento lo acompañan temibles y amenazadoras alianzas transnacionales que incluyen países reconocidos por su apoyo al crimen y al terror, organizaciones terroristas internacionales, carteles de narcotráfico y otros actores del submundo criminal global. Y en cuanto esto ocurre, América Latina -producto de su ingenuidad e irreflexión- se está dejando emplazar de manera incauta y cándida en medio de –probablemente– el mayor conflicto internacional del Siglo XXI.

Nos enteramos, por lo general con cierto asombro, sobre las relaciones de Venezuela con la República Islámica de Irán, sobre las relaciones de las FARC con el temible grupo extremista islámico Al Qaeda, sobre la transferencia de tecnología nuclear a países vecinos a través del Canal de Panamá o sobre la creciente presencia de grupos extremistas islámicos en la región. Asimismo, intentamos seguir de cerca asuntos como las espinosas relaciones de Venezuela con los EEUU, la dolorosa pérdida de mar en el Caribe y la eterna lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Rara vez, sin embargo, tomamos la distancia necesaria para unir los puntos y armar el rompecabezas de la monstruosa calamidad que se nos viene encima. Una serie de eventos concurrentes y aparentemente desconectados pasa por el frente de nuestras narices conformando de manera paulatina e inequívoca la peor amenaza que Colombia jamás haya conocido.

En efecto, la aparente desconexión entre todos estos hechos no es tal. Bien al contrario, existe una correlación patente y real desde el punto de vista de la geopolítica global. De manera reservada e infame naciones lejanas de credos y culturas foráneas incurren e inciden más y más en la vida de cada uno de los colombianos. Estados distantes, bien acuartelados a bordo de la globalización subterránea, están forjando alianzas antes inconcebibles con la roña política y con la todopoderosa hampa del subcontinente y del país.  Sus intenciones -como veremos más adelante- no solo son muy serias sino que además su cometido es ineluctable, inaplazable e ineludible. En cuanto a los medios para lograrlo, estos son a la vez desmedidos y siniestros.  




Se gesta así el “Plan Maestro”: una sombría maquinación internacional que se organiza desde hace algunos años con designios verdaderamente macabros y cuyo objetivo mayor es el de nivelar el terreno de batalla entre los EEUU y sus principales antagonistas, mediante la implantación del arma nuclear en territorio  latinoamericano.  Los principales integrantes de esta confabulación son la República Islámica de Irán, Venezuela, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Bolivia y, en lo que concierne a Colombia, las FARC. No es difícil imaginar las consecuencias de una Venezuela Nuclear y unas FARC disponiendo de su absoluto respaldo.


 ‘Si lo único que se posee es un martillo, se tiende a ver todo problema como una puntilla’

Abraham Maslow


En la tentativa de definir una estructura adecuada para revelar la monstruosa silueta del Plan Maestro, tsunami amordazado que se nos acerca de forma silente e inadvertida, juzgué indicado extenderle dos amables invitaciones al lector. La primera es la de invitarle a armar un rompecabezas. Se trata de un rompecabezas sencillo, de pocas piezas y como la mayoría de los acertijos, de gran elocuencia una vez haya sido concluido. Lamentablemente nuestro rompecabezas no cuenta con un dibujo de referencia en el cual sea posible ver de antemano los picos nevados de los hermosísimos y forasteros Alpes europeos, acompañados de un reflejante lago lleno de blanquísimos y diáfanos cisnes. Decidí entonces que era mejor dejarle esta tarea al lector y permitir así que ésta o éste ilustren su propia estampa, con tonalidades y matices propios. Lo que sí puedo asegurarles de antemano es que la obra final no tendrá nada de diáfano.

La segunda invitación consiste en viajar en un globo aerostático a altitudes antes impensadas con la mera intención de observar la realidad de nuestra Colombia de manera más despejada y lejos de la algarabía local que parece no hacer más que confundir e impedir que veamos el alarmante y peligrosísimo más allá. Convido entonces al lector a embarcarse en una gran excursión que lo transportará a países exóticos, polvorientos y lejanos que en apariencia tienen muy poco o nada que ver con el nuestro. Territorios tan, tan distantes, que a duras penas sabemos ubicarlos en un mapa y cuyas costumbres muchas veces consideramos remotas, arcaicas, fanáticas e inconcebibles. Países que aunque pocos nos percatemos están ya conspirando y maniobrando entre y contra nosotros con la ayuda traicionera y pérfida de aquellos con los que queremos realizar nuestra anhelada paz.

Cuando nuestro globo alcance la elevación indicada el lector podrá distinguir de manera manifiesta y patente la escabrosa red que opera en los confines del submundo criminal transnacional y el andamiaje que se construye para la ejecución del Plan Maestro. Esta red patibularia, cuyo común denominador es el antiamericanismo, actúa en concierto y en función de metas de largo alcance tanto en el tiempo como en el espacio. Y en cuanto lo que prima es la lucha antiimperialista, cada uno de los secuaces del siniestro plan pretende obtener dividendos afines con sus propios objetivos “supremos”.

Desde los cielos veremos cómo los países de América Latina se inscriben en una carrera armamentista sin precedente con la primicia de la llegada del arma nuclear a la región. Brasil se hace a un submarino nuclear, Venezuela construye bases de misiles con la ayuda de Irán y Cuba y buques fantasmas norcoreanos transitan por el Caribe y por el Canal de Panamá. Ecuador invita a los iraníes a custodiar su frontera norte con Colombia y Nicaragua logra victorias estratégicas en el Caribe.

En cuanto todo esto ocurre, organizaciones terroristas islámicas como Hezbollah y Al Qaeda se implantan en nuestra región, se involucran en el tráfico de drogas y se alían a grupos narcoterroristas como los carteles mejicanos y las FARC. Con células esparcidas por todo el subcontinente desde hace décadas, estos grupos han logrado avances considerables en su campaña proselitista islámica habiendo convertido incluso a algunos de nuestros propios indígenas Wayuu.  

El Plan Maestro vincula a las FARC y otros grupos narcoterroristas del subcontinente con los grupos extremistas del terror islámico de Oriente Medio y se apoya en los Gobiernos de varios países de la región con base en el cometido común de oponerse a los EEUU a partir de su propio “patio trasero”. Al mando de esta siniestra alianza están Cuba, Venezuela y la República Islámica de Irán y en el trasfondo yace el arma suprema: la bomba nuclear.

Colombia, como principal aliado de EEUU en la región, hasta el punto de haber sido llamado el Israel de América Latina, constituye sin lugar a dudas un gran obstáculo para esta temible conspiración. A Colombia es necesario neutralizarlo en el momento indicado y nadie mejor para hacerlo que las FARC, un movimiento armado bien implantado ya a través de todo el territorio nacional que cuenta con el firme respaldo de los cerebros principales del funesto y ominoso Plan Maestro.

Para las FARC ya no se trata tan solo de aprovechar este nuevo Proceso de Paz para rearmarse o para facilitar el tráfico de drogas, armas, minerales ilegales y otros. El propósito fundamental de las FARC es el de “hacer tiempo” para permitir la gestación del Plan Maestro del cual, como veremos, éstas constituyen un importantísimo eslabón. Y si de esto se trata, todo indica que lo están logrando.

En efecto, más que un obstáculo, nuestro país parece haberse constituido en una especie de aliado involuntario. Las consecuencias del Proceso de Paz, del triunfalismo infundado y de la ambigüedad de la política exterior del Gobierno Santos están entregando de manera atolondrada a Colombia a los propósitos de la temible maquinación y constituyen al país -de manera lenta e inadvertida- en parte integrante del escabroso esquema. A través de su política de buena vecindad a cualquier costo y de graves deslices internacionales como el de la histórica pérdida de mar en el Caribe, Colombia se entrega en bandeja de plata a los planes políticos y estratégicos del siniestro complot.

En este contexto es difícil imaginar una mejor oportunidad que la que le ofrece el Proceso de Paz del Gobierno Santos a las FARC para distraer a Colombia. Con la desfachatez y la ignominia que caracteriza a la organización narcoterrorista, ésta disfruta de la gran oportunidad que le ofrecen las negociaciones de La Habana para aportar su tributo inicial al Plan Maestro. Los negociadores insisten en que no deben existir límites de tiempo para lograr la paz y dilatan al máximo los diálogos mientras instigan otras artimañas de distracción como el paro minero y el Catatumbo. A la luz del Plan Maestro este nuevo Proceso de Paz no solo constituye un esfuerzo peligroso y desatinado sino además uno de irreparable perjuicio para el futuro del país.

Para amenizar un tanto nuestra travesía me permitiré realizar algunas escalas en lugares de interés general y me detendré en algunos personajes distinguidos. Todo lo demás queda por cuenta del pasajero. De lo que no me queda duda de antemano es que el Plan Maestro ya está en obra y de que es propicio saber que el grupo élite de la siniestra globalización subterránea no respeta credo ni moral alguna. Por el contrario, éste enaltece aún más al ilustre y pródigamente citado Niccolò di Bernardo dei Machiavelli en lo que a medios y fines respecta. Ahora todo vale, sin excepción.





No hay comentarios:

Publicar un comentario